La muchacha Chabelita y su hombre, Alberto Isla, han debutado en la tele de prime time por el rito de la soltería, que es una nueva y antigua modalidad del inamovible pilla el dinero y corre, pero cada uno por su cuenta, aunque luego la cuenta sea común. La muchacha Chabelita se ha sentado en el plató con Jordi González, y el mozo Alberto Isla se ha sentado con varias chavalas de las que aún respetan los turnos. Yo a Isla le vengo viendo futuro en el escaparate. Lo que han contado viene a ser de poco brinco, porque más o menos ya lo sabemos: que mejor con la madre, Pantoja, y no tan bien con Kiko Rivera. O sea, que son una familia que se lleva tan bien o tan mal como cualquiera, aunque quizá un poco peor que cualquiera. A mí lo que me importa de esta pareja es que han encontrado oficio al fin en la España del paro, que siempre tiene unos miles de euros para una hija de famosa. Y por supuesto para el novio de la hija de la famosa. Dejando a un lado todo el movidón de la Casa Real, el panorama se divide en hijos de la Pantoja y en hijos de Ortega Cano, y más o menos todos tienen la misma media aula de alumnado de integración social. Van a hacer carrera, pero vamos a ver qué carrera.
Se nos puede poner todo perdido de Chabelitos en cualquier caso. José Fernando, la criatura, no se corrige, y vive acampando en su capricho, mientras hilvana un porrito o le pilla la policía con unos gramos justos. Ni Ortega Cano ni sus hermanos saben ya qué hacerse. La niña Gloria Camila venía presentado mucha biografía de cordura, pero el otro día, en Madrid, terció en una bronca de botellón. Kiko Rivera no acaba de llevarse con su hermana, Chabelita, pero se quieren mucho, que es lo que dicen a menudo los que se hablan poco o nada. Kiko ha salido un provecho de disjockey y un provecho de mozallón de plató, adonde suele ir manteniendo el tipo de juez de paz, digamos, de familiares y allegados, pero con pinta de socio de Torrente, empezando o acabando por la calva trasnochadora. Chabelita ha soltado que le gustan mucho las letras y las artes. Ya solo falta que las artes y las letras pillen algún gusto por ella. Isla tiene las gracias tópicas del sur y lámina de concursante de su propio pasado. José Fernando lo mismo vuelve cualquier noche a las páginas de sucesos, y no las de color de rosa. Gloria Camila prometía como chati de poco lío, pero ya vemos que el lío acaba llegando. Parecen todos de la misma familia. Y a lo mejor hasta lo son.