Estamos aún a vueltas con la imputación de la Infanta en un caso que bien se podría llamar Urdangarin. Y es cierto que, junto a su socio de tropelías, el principal implicado no es otro que el que fue reputado jugador de balonmano y hasta miembro de la familia real. Pero con todo y con eso, podríamos conocer este asunto como el caso Matas enésima parte, porque también está implicado el que fue presidente balear y ministro. Además de él, hay otra docena larga de cargos del Partido Popular que acompañarán al duque de Palma y señora (si la Audiencia Provincial no lo remedia) hasta el duro banquillo. Por las mismas podría haberse bautizado como el caso PP enésima parte. Pero tira más un infante consorte que dos carretas, y aunque el juez Castro tenga pillados por ahí mismo la gestión del PP balear, parece que solo se juzga la habilidad que desarrolló Urdangarin fuera de las canchas para detectar políticos de manga ancha y sacarles la pasta de todos tirando de apellidos prestados.
Pongo la atención en Matas por dos cuestiones. La primera, porque parecemos abocados a un proceso de regeneración democrática liderado por Rajoy sin que se haya molestado en regenerar su propio partido, con una caja B convicta, con las listas de Santiago ya agotadas de tanta imputación, con su gente de la Comunidad Valenciana regateando a la correosa Justicia, y con Matas siguiendo su particular calvario, de banquillo en banquillo y con su correspondiente petición de indulto en cada uno. El primer rechazo ya ha llegado, pero quedan los posteriores. Además, falta aclarar la caja B del partido, mandar a casita a la legión que tiene que han trincado… Mientras ese momento llega, o no, les invito a que participen del registro del palacete de Matas. El botín en fotografías. Como nos gusta. Como nos asquea.
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Regenerar a Matas
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