
Los futbolistas se dejan hoy la melena en la barba, porque no todo en el panorama es el corte bob de la reina Letizia. Los futbolistas, si nos fijamos, se traen siempre mucha Champions de peluquerías, y lo mismo se afeitan el cráneo, como Marcelo, o Alves, en su momento, que se dejan la barba hipster, que es una melena en otro sitio, como Arbeloa o Beckham. Eso, salvo el caso de Neymar, que logra llevar siempre en un peinado todos los despeinados, moviendo el repertorio cada domingo. Los futbolistas cambian mucho de botas, y de peluquería. Ahora se han llevado la peluquería a otra parte, ahí donde la barba es de cuidado descuido. Yo diría que hay dos barbas de sostenida apoteosis pionera, la barba de Rubén Cortada, y la barba de Arda Turan. Rubén es el guapo del momento, y Arda es el futbolista al revés, porque no gasta en mechas, y la novia no da el coñazo todo el rato en Twitter, que es el fútbol de las consortes. La novia de Arda se llama Sinem Cobal, parece danesa de Estambul y se desempeña de modelo. La novia de Rubén Cortada apareció, fugazmente, pero como si no hubiera aparecido. No consta. Pero a lo que íbamos. Resulta que uno y otro prorrogan y hasta prestigian el éxito del macho, que es un ejemplar clásico, pero no siempre vigente, que aquí venían aupando en los últimos años Miguel Ángel Silvestre, Hugo Silva y Mario Casas, sucesivamente, hasta llegar a Álex González, o a Jesús Castro, el último apolo nacional. Miguel Ángel, Hugo y Mario están ya como un poco o un mucho dimitidos de su papel de machos de moda, y se afeitaron, en su momento, para despistar, o cambiar de vida, o las dos cosas. Álex y Jesús les han pillado el relevo, pero ahí están Rubén Cortada y Arda Turan, uno de la tele, el otro del fútbol de Simeone, que dan vigencia al macho de siempre, que resulta que se ha dejado una barba silvestre y sólida que no se llevaba nada, pero ahora sí. A mí la cosa me parece un horror, pero a las chatis como que les gusta.
Arda Turan es David Beckham al revés, y Rubén Cortada es otro modo de El Duque, con ojos de verde hechicería y el swing del Caribe, que es un don que desordena. Podríamos haber hecho aquí el elogio del guapo sin más, con Rubén de retrato, pero no solo se trata de eso. Entre él y Arda arruinan con barba doble la lámina única del metrosexual, ese narciso con pendientes. Yo creo que favorece poco o nada esa barba de barbarie, pero cunde, acaso por eso mismo. La moda, hoy, no hay quien la entienda, pero la deciden los del fútbol, que entrenan mucho ante el espejo, y los de las series nocturnas, donde quien lleva media barba de cuatro días es una antigüedad. Un despiste.