
Adivinaba el futuro tirando los caracoles en el centro de Gijón, un negocio que le costó varias denuncias por estafa. Entre ellas, la de una farmacéutica millonaria que le doblaba la edad, con la que terminó casándose en La Habana en 2009. Lo tenía todo. Su relación con la boticaria, 31 años mayor que él, le permitió codearse con la alta sociedad asturiana nada más llegar de su país natal, Cuba. Ella murió de un infarto durante el banquete de bodas. El matrimonio fue anulado en España, pero él ya había heredado todo su patrimonio. 27 propiedades tasadas en cuatro millones y medio de euros.
Ya no le queda nada. Solo acumula una deuda millonaria con Hacienda por no pagar el impuesto de sucesiones y tres demandas por vender varios inmuebles supuestamente de forma fraudulenta que lo sentarán en el banquillo de la Audiencia provincial de Gijón a partir de julio.
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