
Paula, Leo, Yeray, Miguel Parga, Miguel López y Martín tienen algo en común: al teclear en Google sus nombres aparecen todo tipo de eventos, redes sociales y páginas webs con sus fotos. Todos estos niños padecen alguna enfermedad que lastra sus vidas y para la que la administración no tiene alternativa. O sí: a base de presión y de hacer campaña, los padres han conseguido desde tratamientos experimentales a financiación para la sanidad privada.
La cura a la malformación del fémur de Leo está en Estados Unidos y cuesta 450.000 euros. A la recaudación de sus padres se han sumado los bomberos. Paula ha tenido hasta un festival en su honor para poder pagar el hospital privado en el que esperan a que despierte del coma en que vive desde que casi se ahoga el verano pasado.
El Langui, actor y rapero o Pedro Aguado, de Hermano Mayor apadrinan a Yeray para que pueda tener una silla especial y las terapias que necesita. Minetras en el hospital público se la negaban, un laboratorio privado le ha hecho a Martín una prueba para determinar cuál es su enfermedad. La Xunta de Galicia cedió a la presión mediática organizada por la madre de Miguel Parga, que pedía que le devolvieran a su hijo la medicación que probaron con él y luego le retiraron. Y a Miguel López solo le concedieron la suya a base de firmas, a pesar del diagnóstico de su médico, que consideraba que el caso era de urgencia para recibirla.
Pero no todos los casos terminan con éxito. Rubén tiene síndrome de Down y desde hace cinco años espera poder volver a un colegio normal del que fue echado por un profesor que, según dos sentencias judiciales, lo maltrató.
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