
Exhibicionismos, los justos. Sobre todo, si lo que hay que desgranar en detalle son los datos del cuadro macroeconómico que el Gobierno, obligado por Bruselas, presentó el pasado 26 de abril, un planteamiento en el que admite un panorama mucho más negro de lo que había pintado, asunción que tantas críticas internas ha desencadenado en el PP. Los ministros de Mariano Rajoy, excepto Luis de Guindos –de un optimismo de cemento armado–, responden que para qué seguir ahondando en algo que ya está contado cada vez que se les pregunta, por ejemplo, cómo piensan combatir tan nefastas previsiones de paro, que han estimado por lo bajo en 1,3 millones de puestos de trabajo destruidos en la legislatura. Probando esta tendencia, el propio Rajoy convocó la semana pasada un pleno en el Congreso para “informar sobre el programa de Estabilidad y el Plan Nacional de Reformas”. Sin embargo, en las 23 páginas de su discurso, las cifras y las medidas esperadas fueron sustituidas por frases triunfalistas: “España ya no necesita más financiación exterior”, o “estamos ante un auténtico vuelco de la economía española”, o “continuaremos con la misma política que da resultados palpables”.
Ante los periodistas que blandían el título de la convocatoria, uno de los ministros más próximos a Rajoy, Miguel Arias Cañete, insistía en que “el paquete [de reformas] ya se ha colgado en internet y ya se ha explicado suficientemente”. Lo dice el titular de Agricultura y anterior portavoz económico del PP obviando que la media de acceso a internet de los hogares en España está por debajo de la europea.
Fuentes populares conceden que, más que al país, Rajoy se esforzó en el Congreso por convencer a sus propias huestes. El desánimo entre diputados y dirigentes es tan notorio que pocos ocultan ya sus críticas al equipo de Gobierno, en línea, por cierto, con esa mayoría ciudadana que no confía en la capacidad del Ejecutivo para salir de la crisis, como reflejaba el último barómetro del CIS de abril, en el que casi el 70 por ciento calificaba de mala su gestión.