Makoke es una sueca de Málaga, una valquiria del Guadalquivir. A contracorriente del tópico, estamos ante una rubia no tonta, y de rubia gasta una melena de relámpago, y de no tonta cuida una vida al margen de la fama, aunque parezca en algún momento lo contrario. Fíjense bien, porque hila fino, y luce la estampa lo justo, una estampa luminosa y yo diría que inolvidable. No se mete en jardines, como tantas otras, aunque no milita en la tontuna de hacerle ascos a la prensa, que es lo que también hacen tantas otras. Tiene dos hijos bien criados, y no da un ruido. La conozco de antañazo, antes, incluso, de que la conociera Kiko Matamoros, su marido, que es un duro al que el corazón de púgil le brincó de emoción al vislumbrar a esta criatura dorada, bella y alegre que parece recién llegada de una playa de portada de Sports Illustrated. Se comprende el deslumbramiento, que es como escribir que se comprende el enamoramiento. Y ya llevan años en el tajo. Muchos años. Fue Makoke maniquí, y estuvo de modelo en el Telecupón, y otros sitios, pero recordar estas cosas ya da un poco igual, porque Makoke es noticia en sí misma, a nada que te pares a sopesar su lámina. Lo que quiero decir es que resulta una española de rareza, porque parece una holandesa que fuera australiana, o algo así. Parece una vikinga del sur.
En cualquier caso, aquí tenemos una guapa de mucha línea solar, en el póster de enfrente de las que gastan “líneas de luna”, que es como llamaba el poeta a las mujeres remorenas, nocturnas y tirando a embrujadas. En Makoke se ve la chica que gasta el optimismo de la belleza, y también la belleza del optimismo. Ha sido musa reincidente de interviú, y en el reportaje que hoy nos la acerca se echó por encima un chal de oro molido, se bañó el desnudo con un costado de brillo, como si la joya no fuera ella misma. Ya digo que la frecuenté en sus principios, cuando coincidía en sus viajes ilusionados con Naomi Campbell, rato arriba, rato abajo, y siempre fue una guapa de poco o ningún enfado, una criatura de trato estival, y fácil, y de encanto, como si en su vida siempre fuera agosto, como si en su vida el verano siempre le fuera por dentro. Y así hasta hoy. Era hermosa, positiva, vitamínica. Es