
Leemos que el éxito de la cirugía estética en Corea del Sur obliga a los pacientes a pedir certificados para luego demostrar su identidad. Pasa también en Brasil, o en Estados Unidos. Ya veníamos sospechando que en el lote de arreglos de quirófano tenía que incluirse un nuevo pasaporte. Te dan el alta con una renovación del DNI. La gente, famosa o no, se cambia la cara en un cirujano plástico y no solo le puede dar luego un dulce susto al novio, o a la novia, sino que además mete en un mosqueo a la policía. Los famosos, aquí en España, se van operando por fases, primero la nariz, luego los pómulos, después el cuello, porque si te sometes a una reparación global quizá no reingresas en el trabajo, por discrepancia con las fotos promocionales. Habría que presentar, en ese caso, un certificado de identidad, antes de volver a El hormiguero, o a que te entreviste Jorge Javier. Las famosas que aquí han tenido mucho vicio con la cirugía plástica cumplen ese día cruel e inevitable en el que salen del quirófano mucho peor que entraron, como le pasaba a Sara Montiel, y ahora a Belén Esteban. Voy viendo a la luz de esta noticia coreana, pero tan local, que la identidad de las famosas está a tres ratos de ser una identidad de temporada, sucesivamente, y a veces ni eso, porque existe esa otra cirugía estética sin cloroformo, el photoshop. Vimos a Beyoncé, en la portada de Time, y sometieron a la mulata a tanto merecumbé de photoshop que sabemos que es ella porque lo decía la propia portada por escrito. Esto del photoshop también es un serio despiste, y es como irse a Corea del Sur, a que te alicaten, pero sin ir a ninguna parte. Las famosas propiamente dichas solo existen cuando van a una fiesta, y ahí vemos que se parecen vagamente a la que son, en portada, y a las que eran, antes de hacer la gira anual por el cirujano plástico. Entre el photoshop y el lifting, la famosa va camino de resultar una aparición. Un fantasma. Eso sí, con el correspondiente certificado.
2012 | Begoña Alonso
Begoña Alonso fue un día, ya remoto, novia de un momento de David Bustamante, pero el momento duró demasiados momentos. Porque Begoña denunció al cantante por malos tratos, aunque la justicia acabó dando toda la razón a David, y hubo mucho trueno en los platós y otros sitios, a cuenta del feo asunto. Se apagó, al fin, todo aquello, y Begoña desapareció, hasta que asomó aquí, porque tenía nueva vida en México, y nueva lámina de chavala morena y recontenta. De modo que se nos presentaba otra Begoña, la nueva Begoña, la Begoña transoceánica, que allí había iniciado una vida de modelo sin escándalo y reportera de prime time.