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Ignacio Fernández Toxo: “Rajoy es un populista”

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El hombre que hoy lidera las míticas Comisiones Obreras de Marcelino Camacho y de los abogados de Atocha se inició en el sindicalismo siendo un aprendiz imberbe de los astilleros de Ferrol, en la grisura violenta y fúnebre de una dictadura a la defensiva, cuando hacer huelgas implicaba jugarse la vida. Literalmente, sobre las cabezas de los obreros rebeldes silbaban las balas; no un tiro al aire, sino ráfagas rasantes de ametralladora. “Yo recuerdo cuando mataron a dos compañeros, y otros 40 cayeron heridos de bala –dice el coruñés Ignacio Fernández Toxo–. Han pasado 44 años, pero tengo la secuencia muy presente, desde que salimos a la puerta de la fábrica, a la caminata que hicimos por la ciudad, y cuando la policía da un toque de corneta y empieza a ametrallar. Estaban a veinte metros. Éramos unos tres mil, y empezaron a disparar. Creímos que eran tiros de fogueo, hasta que empezaron a caer los compañeros al lado. Eso te marca toda la vida. Por eso, entre otras cosas, hoy estoy aquí”.

Al líder que recuerda estos asuntos sentado en un veterano sofá de similpiel de su austero despacho, en la planta sexta de la sede madrileña de CC OO, una nueva generación le está diciendo ahora, como a otros que pelearon contra el franquismo, que su Transición fue una estafa. Toxo ironiza: “Bah, el adanismo es un mal extendido, pero hay historia antes de Adán”.

Esos jóvenes que reniegan del 78 sufren el precariado. ¿Tiene precarios en su familia?

Tendré una cuarta parte. Hijos de hermanos, con cierta edad, que tienen hijos a su vez. La explosión de la precariedad llega por las reformas laborales de 2010 y 2012. Aunque la explosión de contratos temporales en España se inicia con la reforma de la temporalidad en el 84. ¿No era Joaquín Almunia ministro de Trabajo?

¿La precarización arranca con los socialistas?

En la dictadura las condiciones eran precarias y había mucha pobreza laboral, ese fenómeno que está de nuevo aquí. Yo empecé a trabajar en el 67, y conocí a muchísima gente que tenía que trabajar 12 horas al día para conseguir un jornal decente. Hoy son millones. Pero no me voy a remontar a la dictadura; en democracia, la precarización llega a partir de la generalización de la contratación temporal.

Hoy parece como si la ley de hierro de los salarios se hubiera convertido en ley de plomo.

La devaluación de los salarios se ha generalizado en España. La retribución de los directivos ha crecido, pero los salarios bajos han seguido empeorando. Las kellys, las camareras de piso, por ejemplo, en 2016 cobran un 40 por ciento menos que en 2008. Y hace solo unos días que una anciana ha muerto por tener que alumbrarse con velas. La mejora de la situación económica tiene que verse en las condiciones de vida de la gente, ya, esta legislatura. El Gobierno prevé una inflación del 1,3 por ciento, así que la mejora del poder de compra debería ser de al menos del 1,8. Si no, tendremos un grave problema.

Pero hoy parece que el sindicalismo está desprestigiado, y que la gente, por sobrevivir, ha perdido coraje.

La gente tiene menos miedo ya que en 2011. Se desayuna cada día leyendo en el diario que los beneficios de tal empresa se han recuperado, y ella sigue igual.

Usted llega a liderar CC OO con la crisis, en 2008. ¿Qué cosa que no ha hecho estos años debería haber hecho?

Me habría gustado pactar con las organizaciones empresariales en 2009 para intentar crear un dique en las empresas que evitase la destrucción de empleo. Lo intentamos, pero es que el interlocutor que teníamos está hoy en Soto del Real…

¿Los sindicatos han sido blandos?

Cuando hubo agresiones, respondimos con la mayor potencia de fuego disponible: tres huelgas generales en la crisis. Pero sabíamos que era más difícil movilizar a la gente a medida que el paro se incrementaba, según crecía el ejército de reserva del que hablan los clásicos del marxismo. Cuando hay seis millones de personas esperando a las puertas de las empresas para ocupar el puesto que deja un despedido, es muy difícil que la gente se movilice. Las luchas se vuelven resistenciales, como las de Coca-Cola, Valeo, Panrico, para defender el último bastión: el puesto de trabajo.

¿Ya no es así?

No. La gente pierde el miedo cuando la economía empieza a crecer de nuevo y ve que no le llega el beneficio. La famosa huelga del 14-D del 88 no fue en la crisis, sino en la recuperación. Que los gobiernos, los poderes económicos, no se confíen, porque a la gente se le agota la paciencia, y encuentra cauce para su indignación, como el 15-M, que algunos han tenido la habilidad de convertir en acción política.

A las cuatro de la tarde ha quedado Toxo con Pablo Iglesias. De la calle llega a la ventana de su despacho un tañido de campanas dando las dos, y desde ese momento continúa con la conversación sosegada, pero sin evitar mirar, de vez en cuando y de reojo, el reloj del interlocutor.

¿Mucha gente de CC OO está en Podemos?

Sí, hay mucha gente de CC OO que está en Podemos, pero no por indicación de la organización, que es autónoma desde los tiempos de Marcelino. La mayoría de nuestro millón de afiliados no está en ningún partido.

Pero hay conexión con políticos. Ahí está el senador de Podemos Ramón Espinar y su piso protegido de CC OO…

Uno de los 30.000 pisos que dieron las cooperativas del sindicato. El caso se ha magnificado. Si le vendieron el piso, es porque estaba en la cooperativa. Me resultaría muy extraño que hubiera llegado por otra vía. A mí me parece que las  explicaciones de Espinar no son extrañas ni forzadas. | Sigue leyendo.


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