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La portada de ayer: 2014 | Najwa Nimri

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NAJWA CARGA los ojos de carbón pensante, y una belleza de pálido violín sexual. Najwa es Najwa Nimri, un exotismo de cantante, una rareza de española, una actriz de voltaje indescifrable. Ha trabajado con Medem, Calparsoro, Amenábar. Es Najwa un talento que igual te imagina un disco de música electrónica que se lleva un premio Ondas a la mejor actriz. Merecen mayores truenos sus méritos, pero somos como somos.

Najwa resulta eso que los taxistas llaman una chica original, o sea, una musa para los que abrevan la fiebre no benéfica de la poesía. En interviú se supo podio cuando cumplió los cuarenta, y nos dejó una perla inolvidable: “Los chicos sois unos cerdos, y a mí me parece bien”. Como para no amarla.

Y, además:

Melania al revés

EN EL RELEVO de Barack Obama y Donald Trump nos sale una protagonista ya de añoranza, Michelle, que es la que cede el hueco a Melania, y disculpen ustedes la comparación que no hay. Michelle, por giganta, nos cuadra de musa nocturna de algún poeta francés de la modernidad, zona malditos, pero es la señora de Obama, y no diremos que resultó principal en la victoria electoral del marido, allá en su día, pero sí que cumplió de hombro de ímpetu para que Obama liquidara a Romney. Con una rubia de casino, esto no sale igual. A Obama le avalaron, en mayoría, los jóvenes, los hispanos y las mujeres. Y en esta decantación tuvo mucho gancho Michelle, que camina como un pívot de la NBA, pero transmite esa solvencia de las negras que no tienen en su currículo la frecuentación de las joyerías. Quiero decir que parece lista, porque va a resultar que lo es. Michelle tiene mucha lámina exótica, pero no queda solo como consorte de escaparate que sale y saluda al final de un mitin. Digamos que es Melania, cualquier Melania, pero exactamente al revés. Tiene una fotogenia inversa, porque no es guapa de consenso, pero la adorna un swing. 

En Facebook, cuando las elecciones, puso Barack una foto del día de su boda con Michelle. Había que triunfar, desencuadernando, incluso, el álbum de estampas íntimas de familia. En aquella foto, Barack y Michelle se ven jóvenes, radiantes, felicísimos, como compitiendo en sonrisa de anuncio. Parecen una apuesta de póster de Martini. Este recurso de foto retro nos acredita que la sonrisa es virtud de todo candidato, que la consorte va en las listas, y que las redes sociales no son solo un vicio del novio de Shakira. Toda familia tiene un ¡Hola! propio, que a veces se enseña a las visitas. Los Obama también tienen su ¡Hola!, y lo enseñaron en su momento al mundo, a ver si la foto del “sí, quiero” ayudaba en algo para el “sí, quiero” de los votantes. Que quizá algo ayudó. Se va Michelle, pero no. Verán qué nostalgia nos sube, al seguir a Melania en la tarea. Se acabó el swing. 

Lee este y otros artículos de opinión en la edición en PDF.


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