
Como una amapola de terciopelo, aunque maloliente, se ha colado en todos los informativos. Ocurrió igual con la prima de riesgo, que dio para miles de informaciones catódicas, hertzianas, en papel y digitales. Seguimos sin saber cuáles son las consecuencias maléficas de su subida y los presuntos beneficios de su bajada. Ya no se habla de ella. Pero la luz es otra cosa, la energía eléctrica, mejor dicho. Así llevan semanas explicándonos, explicándose más bien, todos los economistas de plató que en el mundo han sido, incluido el que ha descubierto al PSOE como una aparición. No han contado nada que no supiéramos: que no saben nada y además no son valientes. En esto del precio de la luz solo hay que decir dos cosas: una, que se reduzcan los beneficios de las principales compañías un, por ejemplo, 30 por ciento. Hagan cálculos y verán cómo desaparece el problema; dos: es divertido escribir una genealogía de nuestros males de hogaño a partir de ilustres nombres de antaño, a saber: José Luis Oriol y Urigüen (Hidrola, que, más Iberduero, es hoy Iberdrola), Juan March Ordinas (Barcelona Traction y Fecsa, más Enher, hoy son Endesa) y Pedro Barrié de la Maza (Fenosa, más Gas Natural, hoy Gas Natural Fenosa). Hay más nombres, de personas y compañías, pero estos tres prebostes tienen al menos una cosa en común, cómo estaban sentados en julio de 1936. No es una adivinanza, es la amarga historia de España que marcó nuestro pasado y desgracia nuestro presente. | Sigue leyendo.