Quantcast
Channel: Revista Interviu
Viewing all articles
Browse latest Browse all 4309

Yo siempre me reprimo

$
0
0

Lunes. En la clase de escritura creativa, Jorge, el alumno manco al que sus compañeros llaman cruelmente Cervantes, dice que una monja, en el programa de Risto Mejide, aseguró que san José y la Virgen tenían sexo, como cualquier pareja normal. 

–Normal, cómo –pregunta Lola, la exmonja atea, que por alguna razón se ha sentido aludida.

–Normal, normal –dice Jorge.

–¿Pero hay parejas normales? –insiste Lola.

El asunto genera cierta inquietud, no porque ofenda los sentimientos religiosos de nadie, sino porque rompe los esquemas de un relato muy asentado. Si Jesucristo, de repente, no es el Hijo de Dios, toda la geometría narrativa de esa historia se va al cuerno. Marta se pregunta en voz alta por qué una monja, precisamente una monja, y en la tele, ataca de ese modo una historia que, creyentes o no, nos afecta a todos.

–Es como si nos dijeran que los enanitos de Blancanieves eran en realidad gigantes. Necesitamos que sean enanitos.

–A ver qué dice el Vaticano –concluyo yo para empezar a trabajar.

Lola, agresiva, replica que trato el tema como si alguien hubiera cambiado el argumento del Quijote y tuviéramos que confiar en la RAE para que nos indicara el criterio a seguir.

Martes. Me compro un nebulizador que actúa sobre la mucosa nasal sin efectos vasoconstrictores. Me lo explica una farmacéutica amabilísima que me advierte sobre los descongestionantes habituales, que suben la tensión y pueden, en casos extremos, provocar un ictus. Como no tengo prisa y a ella le gusta hablar, me siento en una silla que hay al lado de la báscula, como para aliviar los riñones, y la escucho con fascinación. Se expresa con una sintaxis de prospecto, pero sin la frialdad de los papeles que acompañan a las medicinas. Creo que el secreto está en su voz, que parece salir de una garganta frágil. Una garganta de cristal fino, semejante al de los relojes de arena. Me invita a un caramelo de eucalipto y le digo que sí. Habría aceptado, de ofrecérmela, una pastilla de cianuro. Mientras conversamos, los clientes entran y salen del establecimiento, pues a todos es capaz de atender sin dejar por eso de darme conversación. Luego, sin venir a cuento, me pregunta de qué murió mi madre, de qué mi padre. Se lo digo, aunque de forma aproximada, y pone cara de circunstancias. Sus padres, dice, viven todavía, pero no se habla con ellos porque no les gusta que sea farmacéutica. 

Antes de abandonar el establecimiento, me toma la tensión y tengo la baja un poco alta. Afuera, llueve, por lo que camino refugiándome debajo de las cornisas hasta que en una esquina un chino me vende un paraguas de usar y tirar por cuatro euros. Cuando pienso en la farmacéutica, tengo la impresión de haber asistido a un suceso portentoso, a una conversación sin pies ni cabeza y, al mismo tiempo, extrañamente lógica, como si contuviera, escondido, un relato sobre mi propia vida. 

Miércoles. Vuelvo a la farmacia de ayer, que cae muy lejos de casa, pero me dicen que la persona que me atendió está enferma. Me preguntan si deseo darle algún recado, digo que no y regreso al hogar con una rara mezcla de frustración y alivio. Habría resultado un poco violento encontrarla.     

Jueves. Utilizo el nebulizador nasal como un amuleto. Mi mujer me pregunta por qué lo uso tanto y le digo que porque no es vasoconstrictor.

–Ya –dice ella–, pero huele demasiado a eucalipto.

–Puede –concluyo yo.

Viernes. En la casa de enfrente a la nuestra, un gato se ha caído desde un cuarto piso y no le ha ocurrido nada. Me lo cuenta una vecina en la tienda de los chinos, cuando voy a comprar el pan y una caja de pastillas para hacer caldo de pescado. Habla de ello con una pasión semejante a la que ponía la farmacéutica al enumerar las propiedades del nebulizador, de modo que me quedo un rato en la tienda, escuchándola fascinado. Luego salimos a la vez y nos despedimos en la esquina, donde cada uno toma una dirección. Miro la hora. Es pronto. Por un instante me ataca la tentación de coger el metro e ir a ver cómo sigue la farmacéutica. Pero me reprimo. Yo siempre me reprimo. | Sigue leyendo.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 4309

Trending Articles