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Torito: "Tengo ganas de cortarme las rastas"

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Para conocer lo que hay bajo las rastas de Torito, ese burlón presumido que saluda a María Teresa Campos en ¡Qué tiempo tan feliz! llamándola “ratita”, hay que cruzar el espejo sin tabúes. Al otro lado reside Quique Jiménez, un menorquín –tímido– que estudió Bellas Artes, se desfogó en Barcelona y se casó hace cinco años con un sevillano en Isla Mágica. El día de Reyes de 2017 regresó a España con un regalo, Nathan, un hijo gestado en EE UU por madre subrogada. Torito –y Quique–, a cuatro manos, publican esta semana Ácido (Ediciones B), unas memorias de vida, polvos, hipocresía, heteros y gais. La primera vez que colaboró con Interviú, cogió un ejemplar y se lo llevó a su abuelo Hilario al panteón familiar. Lo suyo es la improvisación, porque “un Torito domesticado no sirve”.

 Ha cumplido 40 años, celebra que lleva 15 en la televisión y confiesa que, por fin, es feliz… 

Sí, puedo decir que ya he llegado a conocerme. A los 20 era una cabra loca y ahora sé muy bien lo que me gusta sexual y laboralmente. Si puedes escoger, la vida es maravillosa. Evidentemente ahora somos tres en casa y el niño no va a pasar hambre. Y si todo se complica, está el padre Ángel en la calle Hortaleza.

En el prólogo de Ácido, María Teresa Campos afirma que su apariencia esconde a un chico tímido. Vamos, que las rastas le protegen.

En épocas lo he pasado fatal cuando salía a la calle porque la gente quería seguir viendo a Torito y yo he estado días enteros haciendo el personaje para que todo fuese fácil, las rastas son un escudo. 

Y encima iba buscando pelea, se puso 69 rastas… 

No lo supe hasta que me las conté. Bueno, son 68, me cortaron una en Pasapalabra, pero fue por una buena causa. El mundo sexo va en mi ADN.  

Solo dos hombres han triunfado en España llevando este peinado: Melendi y usted. Y el cantante ya se las ha quitado.

Me las iba a cortar ahora, pero decidimos que la foto de la portada del libro fuese con rastas. Si no, me habría rapado para la promoción porque tenía ganas de un cambio, de cortármelas. Como en el libro lo he contado todo, pensaba hacer un borrón y cuenta nueva, pero esperaré a tener un proyecto nuevo e ilusionante para hacer una nueva versión de Torito sin rastas. 

Reconoce que una marca le ofreció 10.000 euros por cortárselas.

Sí, 10.000 pavos antes de la crisis parecía poco, y ahora, por ese dinero, me hago el láser hasta en la oreja. Igual que Bisbal se cortó los rizos para una ong, yo también lo haría si me llama una ong de las buenas, de las que no roban.

¿Qué parte del personaje no puede separar?

Todo empezó como un juego, fui creando el personaje, pero cuando lo llevas quince años encima, hay muchas cosas del personaje que las tienes dentro, ya no sé qué parte de mí sacó la comadrona y qué parte es inventada. Ya no sé dónde está el límite del personaje. Lo que es sagrado es que, cuando entro en casa, aparece Quique. Un Torito en casa 24 horas sería muy pedante.

Se fue a América en busca de su hijo sin pasaporte laboral de vuelta. Dejó todo lo que hacía en España. ¿Qué le apetece?

La tele me encanta y me encanta el directo y la improvisación. No soy ni actor, ni cómico ni presentador, soy un tipo de Bellas Artes que llegó aquí de casualidad, hacía decorados de cine y publicidad y un día me dijeron: “Pa’dentro”, hice un castin y entré.

¿Y tener su propio programa?

Para eso tienes que tener muy buenos amigos y hay muchos en la lista de espera. No se apuesta por nuevos formatos y siempre presentan los mismos.

Alardea de tener un miembro del calibre 21. ¿No puede estar sin hablar de rabos?

Ja, ja, ja, ja… Estoy contento con el que me ha caído. De hecho, no se me han quejado nunca. Las mujeres dicen que el tamaño importa, pero también es importante para la autoestima de la persona. Cuando he desnudado a gente para la revista Primera Línea, vienen chicos con un buen rabo y llegan con una personalidad del carajo, y los que llegan con el rabo pequeño se ponen un calcetín y terminan medio acomplejados. Los que no somos [Jon] Kortajarena tenemos que hacer muchos inventos en la cama. 

Cuando se escriben unas memorias, ¿con quién se quiere quedar bien?

Lo único que me ha importado es quedar bien con la gente que quiero, con mi marido y mis padres. Las memorias se publican en un momento en que no tengo contrato con ninguna cadena, no tenía por qué quedar bien con nadie. Solo hablo mal del que me ha hecho daño.

¿De quién?

De un par de personas. Uno es Jesús Quintero, que se portó fatal conmigo. En el libro están los detalles.

¿Le ha costado mucho escribir Ácido?

Sí. He llorado, he reído y me han venido muchas dudas a la cabeza. Tuve que parar al quinto día. Pensé: “Esto no lo va a querer leer nadie”. Quería que fuese un libro de humor y me ha salido sentimental. 

Jordi González tiene la patente de su alias, se lo puso cuando trabajó con él en Vitamina N, un programa de una tele local de Barcelona, pero dice que su relación con el toro va más allá…

Soy tauro, nací en el Hospital Virgen del Toro, de Mahón, siempre viví en la plaza Monte Toro de Ciutadella… y no me gustan las corridas de toros. 

Cuenta que el peor día de su vida fue cuando le echaron del programa TNT (Tele 5) por un reportaje sobre una bailarina erótica. 

Sí, fue injusto echar al bedel del edificio cuando hice lo que me encargaron. Entiendes que los de la tele no son el ombligo del mundo y que tampoco eres tan necesario. De hecho, me sustituyeron al día siguiente por otra persona y no pasó nada. 

¿Cómo lleva lo efímero de la fama?

He aprendido que cada día en la tele puede ser el último, por eso soy tan exigente. Hago las cosas como si no hubiese un mañana. Tiemblo antes de salir, cada vez que beso a María Teresa Campos me dice que parezco un muerto, que estoy helado. 

Siendo adolescente, la palabra maricón apareció en el espejo de un vestuario. Iba dirigida a usted…

No me hizo daño porque no era consciente. Nunca sufrí lo que hoy llaman acoso. Es verdad que me han insultado mucho, y lo cuento en el libro. 

¿Existe un grupo de presión gay en la tele?

Hay mucho homosexual, pero un lobby gay… Yo nunca he trabajado por ser gay. Hay jefes que supieron que era gay a los cinco meses de estar trabajando con ellos. La tele, el cine, la moda, la peluquería o el estilismo son mundos muy gais. 

Admite que tuvo su primera relación sexual tarde. ¿Fue con un chico o una chica?

Fue con una chica, pero ese mismo año, con 18, también probé con chicos. Desde los 14 tonteé con mujeres. Aunque tenga un bisexual dentro, soy homosexual. Siempre he querido probar todo para así saber lo que me gusta. Cuando llegué a Barcelona con 18 años, ya sabía que me gustaban los tíos. Ahora estoy casado con un hombre y soy incapaz de visualizar mi vida con alguien que no mee de pie. 

¿Ha ligado Torito más que Quique?

Sí, mucho más. Nunca he ligado mucho por mi físico. Pero siempre he ligado mucho por mi simpatía. Chingué mucho como personaje conocido. Por eso luego estuve un tiempo yendo con extranjeros y extranjeras que no sabían quién era. La tele ha influido para que follase mucho, y eso me lo llevo a la tumba, no estoy arrepentido. Querían estar con el personaje fuerte, sexual y cañero que veían en la tele. No se podían acostar con un Torito que diese mimitos y durmiese de cucharita. Una vez, en una playa de Barcelona, empecé a chingar con una chica y a mitad de la faena me dice la tía: “Me gustaría que me follaras como Torito”. Me quedé blanco. ¿Y qué era lo que había hecho hasta ese momento? ¿Qué quería, que le metiese una rasta?

¿Alguna fantasía por cumplir?

Sinceramente, lo he hecho todo, antes de morir quería probarlo todo para saber lo que me gusta y lo que no. El intercambio de pareja no lo he probado nunca porque la primera pareja estable es mi marido.

Dos de sus rollos sexuales me han dejado intrigado: una modelo del Venca que se casó con un futbolista y con la que usted se lio en una caravana de maquillaje, y un universitario que le intentó meter mano en los baños de la universidad y que pasados los años acabó casado y dedicado a la política. 

Cuando estuve con ellos, no eran conocidos. Ella ahora sí es famosa. Cuando me he cruzado con ella, ha hecho como que no me conocía. No sé si no quiso acordarse o se lo hice tan mal que ha querido olvidar. El de la biblioteca es un político conservador que no está en primera fila, pero es famoso. No creo que fuese el primero al que le abría la bragueta. | Sigue leyendo.


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