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Channel: Revista Interviu
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Ángela

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Aquel día habíamos quedado mi amiga Ángela y yo en salir a cenar. Estábamos en Cádiz, en la casa de vacaciones de su familia. Llevábamos una semana y todo  transcurría con normalidad.  Tengo que reconocer que no hacía mucho tiempo que nos conocíamos, pero desde el primer día hubo una química especial. Ángela y yo nos hicimos inseparables. En ese momento mi estado emocional era bastante delicado, había perdido la ilusión por todo y ¡el responsable de mis crisis nerviosas era mi exnovio! Me había dejado después de ocho años de relación y me pareció que llegaba el fin del mundo. La distancia que el tiempo ha puesto entre nosotros me ha  hecho ver que era irremediable que eso sucediera. Si no, pobres de nosotros, la vida que nos hubiéramos perdido. Sí, porque el sexo es vida ¡y el nuestro era muy aburrido! Ángela llegó como un soplo de aire fresco, es ese tipo de personas que se muestran radiante ante los demás. Su tono de voz, su amplia sonrisa y su actitud relajada desprendían una energía que hacía que no pudiera apartar mis ojos de ella. La atracción que me provocaba no era física, o eso pensaba yo hasta ese día. Morena, alta, delgada aunque con grandes curvas, y ojos negros con una mirada que se te clava... una belleza racial y poderosa que hasta entonces yo contemplaba sin darme cuenta de que algo en mí, hasta ahora desconocido, empezaba a avisarme desde el interior.
Ángela salió de la ducha y me pidió que le pusiera crema, no hubiera sido nada extraño de no haber notado como se estremecía al notar que mis manos bordeaban su espalda y mis dedos rozaban sus senos, unos senos grandes y duros. A mí eso también me produjo un placer indescriptible y, lejos de evitar que mis manos llegaran de nuevo a sus pechos, los buscaron una y otra vez, masajeándolos suavemente por los costados y cubriéndolos poco a poco desde la parte inferior.
Ángela se giró, su cara no podía disimular lo excitada que estaba y me pidió más. Seguí acariciándolos al tiempo que se los lamía rodeando pero sin llegar a tocar sus pezones. Noté como aumentaban ligeramente de tamaño y altura y sus pezones alcanzaban su máxima erección y me los metí en la boca, lamiéndolos y mordisqueándolos suavemente. Sentí cómo mi cuerpo ardía, le puse mis tetas en su boca y un escalofrío me recorrió el cuerpo al sentir su lengua. Mientras mi mano separaba sus torneados muslos buscando su sexo, ella gimió de placer, ”sigue…”, me dijo a la vez que su mano también buscaba entre mis piernas, para entonces ya mojadas. Restregamos nuestros cuerpos abandonados al placer, recorriéndonos por entero una y otra vez con los labios… Ángela se incorporó un instante y pasó una de sus piernas entre mis muslos haciendo que nuestros húmedos sexos se tocaran, comenzamos a frotarnos fuerte, sin poder parar… me levantó las piernas y con su lengua bajó, lentamente, recorriendo todo hasta llegar a la parte de mí que más lo deseaba, colocó su cabeza entre los muslos y metió su lengua dentro lamiendo mi clítoris suavemente y después chupándolo con fuerza hasta que, incapaz de soportar tanto placer, llegué al orgasmo, un orgasmo salvaje como  jamás antes había tenido. Fue el primero de muchos. Con ella aprendí a disfrutar, a disfrutar de la vida y del sexo sin rutinas y sin tabúes. | Sigue leyendo.


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