
Naves tapiadas, calles desiertas, nula actividad, pintadas contra la clase política y un triste y llamativo silencio. Esta es la imagen a la entrada al Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), situado a las afueras de Málaga, frente a la barriada de Campanillas, y en el que solo los estudiantes de una Universidad allí afincada dan algo de vida a este desangelado complejo empresarial. La tecnópolis llamada a ser el centro de actividad industrial del sur de la Península pierde negocio –Catsa o Alcatel ya cerraron sus respectivas sedes–, pero el verdadero mazazo se confirmará el 31 de enero con el cierre de su buque insignia, Isofotón, la empresa de fabricación de células y paneles fotovoltaicos fundada en 1981 por el catedrático Antonio Luque, y hasta hace cinco años líder del sector en Europa.