El ministro Gallardón es un experto en crear espejismos que le sirven para discurrir por la vida sacando pecho. El más grande fue hacer creer a la izquierda mediática que se trataba de un político progresista, tanto que parecía que se había equivocado de sitio y que en cualquier momento podía recalar en la trinchera de enfrente. Ahora, gracias a una votación sin apenas contenido en el Congreso, ha vuelto a agitar sus alas de mariposa para crear la sensación generalizada de que su proyecto de ley del NO aborto goza de las simpatías de todo el grupo parlamentario del PP. No solo es un espejismo, sino que es una mentira como un piano de cola: el texto de Gallardón no tiene la unanimidad del partido, ni siquiera de sus diputados, y las encuestas dicen que la calle también opina que el ministro se engaña solo.
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