En octubre del año 2010 dejó de ser el número uno del mundo. Tiger Woods, el americano que maravilló por su golf, su simpatía, su vida sencilla y familiar, saltó por los aires. Una infidelidad destapada y aparecieron en cascada hasta ¡121 amantes! del golfista. La sociedad estadounidense no perdonó a su ídolo semejante disparate. Su esposa, Elin Nordegren, se divorció y el golfista comenzó a deambular por los campos de golf sin ganar un título. Han sido cuatro años terribles. No se desmoronó. Volvió a comenzar desde ¡el puesto 58! del ranking mundial, y reorganizó su vida privada con numerosos asesores y psicólogos y algún internado para recomponer sus apetencias sexuales.
Vuelve a ser el número uno del mundo. El mejor, tras adjudicarse el torneo Arnold Palmer. Esa estabilidad le ha llegado, también, porque ha encontrado una nueva compañera, la esquiadora estadounidense de 28 años Lindsey Kildow, campeona olímpica y mundial en descenso. Su superioridad es tan grande que solicitó a la Federación Internacional poder participar en el descenso masculino. Rechazaron esa opción. También está divorciada, y ha entrado en la vida de Woods. Son novios. Vuelve la estabilidad emocional. Ha regresado el Tigre, y ahora con la tigresa.