
María Aranzazu Aznar, Aran para familiares y amigos. Y a partir del próximo 17 de marzo, para todos los seguidores del concurso televisivo más famoso de supervivencia. La sobrina díscola de José María Aznar, aquella joven indomable que se iba de fiesta mientras sus primos se labraban un porvenir ‘como Dios manda’, promete convertirse en la sensación del programa. Para empezar, sus tíos José María Aznar y Ana Botella le han retirado la palabra cuando se enteraron que iba a la isla de Telecinco. Aquí tienen la entrevista íntegra que su tío no quiere volver a leer.
Aránzazu Aznar –Aran para su familia y sus amigos de la noche, donde trabaja de relaciones públicas– lo ha conseguido todo por su cuenta y riesgo. “No creo que este desnudo les haga mucha gracia”.
A Aran nunca le ha gustado que la presenten como la sobrina de José María Aznar, presidente del Gobierno español entre mayo de 1996 y abril de 2004. “Trabajo en la noche, de relaciones públicas en varias discotecas muy conocidas, pero pocos saben quién es mi tío. Todo lo que soy y lo que tengo lo he conseguido por mi cuenta y riesgo. Ser la sobrina de Aznar no me ha traído ninguna ventaja y sí más de un inconveniente”. Aran Aznar, hija de Elvira –hermana de José María–, es consciente del paso que está dando, sabe que el estiloso desnudo de estas páginas no le gustará nada a su madre, “y menos a mi abuela. Adoro a mi abuela Viri, me crié con ella. Mis padres se separaron cuando yo era chiquitina [por eso se quitó su primer apellido y dejó el Aznar] y mi abuela ha sido como mi madre. Tiene más de 80 años, pero está estupendísima, se va a merendar al Ritz con sus amigas, a la pelu, de tiendas… no sé qué haré cuando falte ella”.
La entrevista se realiza en un centro comercial de una zona privilegiada de Madrid, muy cerquita de casa de la abuela Viri, donde cada día de Reyes se reúne toda la familia Aznar. El pasado 6 de enero fue una de las últimas veces que coincidió con su tío José María y su tía Ana Botella. “Le vi en forma, muy bien. Solo fue un rato, comimos en plan bufé, nos dimos los regalos –este año, solo para los niños– y nos fuimos. Solo faltaron mi tío Manolo y mi primo José María porque su mujer estaba a punto de dar a luz”.
Aran nació en Madrid –“aunque soy asturiana de pura cepa”– hace 38 años, tiene tres hijos de tres relaciones diferentes y ahora parece que ha dado con el hombre perfecto, Alexandru, un guapo modelo rumano que trabaja también en la noche.
Veo que tiene muy buenos recuerdos de la casa de su abuela Viri.
Claro, yo era la mayor y todos mis primos venían los fines de semana para quedarse a dormir. Era la prima a la que todos querían. Montábamos unos líos increíbles por la noche y mi abuelo se ponía enfermo. A Anita le sacaba yo los dientes cuando se le movían, con el hilito, la manzana…
¿Cuándo empezó a no seguir el camino que le marcaban?
Fue en la adolescencia; todo cambió. Yo era bastante conflictiva, una bala perdida que estaba todo el día en la calle y de fiesta. El resto de los primos eran todos muy formalitos, siguieron el canon de la familia: estudiar, sacarse una carrera, tener hijos, todo en orden… He dado muchos disgustos, pero no me arrepiento de nada. Llegaba a dormir a casa de mi abuela a las 10 de la mañana y ella me decía: “A la ducha y a planchar”. Y yo cogía, me duchaba y me iba otra vez de fiesta. Cada vez que montaba una gorda me mandaban al despacho de mi tío José María para que me echara la bronca; la última, cuando dije que no quería estudiar. Él estaba de presidente de Castilla y León, pero tenía un despacho en Madrid.
Como presidente del Gobierno ya le conocemos, como tío ¿se porta bien?
Es un poco serio si te echa la bronca, pero es un cachondo mental, un bichero, un niñero. Está todo el día haciendo bromas. Es un niño más y un bromista cuando está en la mesa: para que nos riamos le puede poner los cuernos a mi abuela, se puede poner a jugar con la servilleta o darte un codazo para enseñarte la comida que tiene en la boca. Es un gamberro y conmigo ha sido muy generoso y cariñoso. Yo les quiero mucho a todos aunque no sé si después de este posado me invitarán en Navidad.
¿Tiene algo que reprocharle?
No tengo nada malo que decir de él, sé que es una persona honesta, que a lo mejor podría haberme ayudado a encontrar algún trabajo… pero no se lo reprocho. Nunca ha enchufado a nadie de mi familia. En eso es como mi tía Ana, cuando llegó al Ayuntamiento de Madrid, nos dijo que no le pidiésemos nada. Lo entiendo, se la juegan.
¿Le ha perjudicado ser quien es?
El apellido me ha perjudicado para buscar trabajo. El año pasado hice unas prácticas de agente de viajes en un hotel, y cuando me iban a contratar, dijeron que estaban despidiendo a gente y con mi apellido los sindicatos se echarían encima. Te miran mal y te exigen más porque piensan que vas enchufado.
Si José María es el cachondo, Ana Botella será la seria…
Es la que pone firme a todo el mundo, es la mandona, la que cortaba el rollo, la que lleva los pantalones en casa… el brazo serio de la familia, pero a la vez es un encanto con los niños, nunca le falta una sonrisa.
Usted trabaja en discotecas importantes de la capital. ¿Cómo ha visto la gestión que ha hecho la alcaldesa de la tragedia del Madrid Arena?
Creo que mi tía no tiene culpa en las muertes, sería injusto culparla, pero está claro que no se tenía que haber ido al día siguiente a un ‘spa’, tenía que haber guardado luto, eran niñas y es tu ciudad. Es como si se te muere alguien en tu casa, no te puedes ir.
¿Ser sobrina de José María Aznar obliga a votar al PP?
Sí, ja, ja, ja, ja. No es por ser sobrina de Aznar, es por mi abuela. Se habló mucho de política en casa, pero yo desconecté. Fui de las Nuevas Generaciones del PP, hacía los bocatas en las campañas, y cuando se fue mi tío de la presidencia, seguí votando porque mi abuela me llama y me dice: “Aran, hay elecciones, vete a votar”.
Estuvo en la boda de Alejandro Agag y Ana Aznar. ¿Qué recuerdos le han quedado?
La vergüenza que pasé cuando mi abuela me obligó a ir a la mesa donde estaban los Reyes para saludarles. Y ver a Silvio Berlusconi, a Flavio Briatore, a varios ministros… Imponían bastante y no te sueltas igual. Allí comprendí el poderío de Alejandro: Berlusconi vino a la boda por él, no por mi tío. Al baile no nos quedamos porque mi hijo tenía un añito.
Entonces ¿quién de los dos dio el braguetazo? Porque se ha dicho de todo?
El braguetazo lo dio mi prima, sin duda. Yo los conocí cuando eran novios y Alejandro ya apuntaba que era una máquina, un tipo simpático pero con muy buenos contactos.
Y también compartió banquete con Álvaro ‘el Bigotes’ y Francisco Correa…
Sí, pero al único que conocía era a Álvaro. Le conocí en un Fitur, yo tenía una agencia de eventos y azafatas, y estaba asociada a una empresa valenciana. Cuando el PP hacía actos en Valencia, contrataba a esta empresa.
¿Cómo ve el asunto de los sobres de Bárcenas?
Es una salvajada, al final van a estar todos pringados. No quiero hablar mal de nadie, pero cuando el río suena…
He visto que ha firmado en contra del maltrato animal.
Sí, en casa tengo un auténtico zoo: dos tortugas, cinco hámsteres, un hurón, un perro, tres gatos… Firmé para que cerraran la plaza de toros de Las Ventas. Lo siento, tía Ana, no puedo ver sufrir a un animal bajo la excusa de que es una tradición.
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