Hay un subproducto de comunicación política que en España no evoluciona con los tiempos. Se trata de los vídeos que los partidos políticos realizan, en campaña o no, para convencernos a los ciudadanos de lo bien que lo están haciendo, o de lo bien que lo han hecho para que se les siga votando. Se alzó con la fama, el éxito y el desprecio, una película del PSOE en la que el protagonista era un perro, doberman para más señas: una metáfora demasiado explícita pero que funcionó porque enfadó mucho al adversario y encantó y unió a los propios. A veces solo se trata de esas dos cosas. En los dos últimos vídeos del PP, enmarcados en los lemas “hay mucho por hacer” y “juntos por un gran país”, no se consigue ninguna, sino sus contrarias, unir adversarios y cabrear a los propios. La película de la mesa camilla de Rajoy, Cospedal, Arenas, Pons y Floriano y su hallazgo de la falta de piel ha batido el récord de parodias en la red y en El Intermedio de Wyoming. Y qué decir de la que muestra a un Rajoy de puerta en puerta cual titiritero, dando las gracias a ciudadanos/actores. ¿Por qué da las gracias? ¿Mala conciencia, reconocimiento del castigo, postureo pontevedrés? Arriola sabrá lo que hace, muchos en Génova nos dicen que eso es lo peor que le puede pasar al PP, que Arriola crea que sigue sabiendo lo que hace. Si querían mofa, hubiera sido mejor que el PP le encargara los vídeos a Wyoming, así evitarían pasos intermedios y conseguirían la misma o mayor notoriedad. Es que no aprenden.
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