Director: Clint Eastwood.
Producción: Clint Eastwood, Robert Lorenz, Andrew Azar, Bradley Cooper.
Guion: Jason Hall.
Intérpretes: Bradley Cooper, Sienna Miller, Jake McDorman.
Chris Kyle –un intenso Bradley Cooper– tiene un penoso récord: ha eliminado a más de 160 personas. Es un tirador de élite, un marine dueño de una precisión milimétrica con la mirilla de su fusil: cada bala es un blanco seguro. Su puntería ha salvado las vidas de centenares de soldados americanos en Irak, misión tras misión, sin permitirse el menor desfallecimiento, la menor duda. Pero Kyle es también esposo y padre, y cuando regresa a casa comienza para él otra batalla, incruenta pero más dolorosa que la anterior; ha de recuperar su papel en la familia y en la sociedad, pero sigue llevando dentro el fuego del combate, el aullido de las balas y el hedor a carne quemada. Ha servido a su patria en la guerra y quizá no sepa seguir haciéndolo de otra manera, cuando no hay un enemigo al que aniquilar.
Clint Eastwood retrata una vez más la América que mejor conoce, a través de la mirada de un excombatiente, un superviviente del horror que busca su camino. Un horror que la película no justifica, pero tampoco condena.