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Brigadas antiaborto

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“Cuando llegué a la clínica, sobre las 9:50 horas, me abordó un individuo que se colocó delante de la puerta impidiéndome la entrada, tras lo que comenzó a decirme que ‘iba a matar a mi hijo’”. El pasado 19 de septiembre, una mujer que acudía al centro acreditado Ginecenter de Málaga para interrumpir de forma voluntaria su embarazo, acabó en los Juzgados denunciando coacciones, según relatan los responsables del centro. “Es muy difícil explicar con palabras cómo se siente una mujer que ha decidido en la intimidad abortar (…) se ve abordada e intimidada por desconocidos, que se meten en lo más íntimo de su vida y que, en mitad de la calle, tratan de modificar su criterio, sin respeto a su complicado estado de ánimo, ni a su intimidad o voluntad”, narra el borrador de la denuncia que interpuso la mujer y a la que ha tenido acceso interviú. Alberto Stolzenburg, director de la clínica y vocal de Andalucía de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (ACAI), recuerda que los autodenominados “rescatadores” empezaron su particular lucha en Málaga hace dos años.
  
 Se hacen llamar “rescatadores” porque pretenden salvar a los “bebés” en el último momento. Acuden de forma organizada a las cercanías de las clínicas acreditadas para la interrupción de aborto de varias provincias españolas para convencer a las mujeres de seguir con el embarazo. Los encargados de llevar a cabo estas “guardias” en Málaga son los activistas de Corazón de María, un “grupo provida católico de oración, testimonio, denuncia y rescate ante los abortorios” . Tienen un mensaje “básico inclusivo”: “Como sociedad estamos cometiendo un exterminio colectivo equiparable al de los nazis (...) Los nazis lo llamaban progreso de raza y nosotros nos empeñamos en autoconvencernos de que es un progreso ver a una madre entregar a su propio bebé para que lo descuarticen en su propio vientre”. Afirman que nunca han recibido ninguna denuncia.
 
 Jesús Poveda, médico y profesor de psiquiatría, fundó en 2009 la Escuela de Rescatadores a la madrileña. Poveda, hace hincapié en que su ‘escuela’ se basa en dos principios que serían el “respeto” y la “voluntad firme de ayuda” y que la frase principal de su discurso se centra en la pregunta: “¿Qué necesitarías para no abortar?”. Los voluntarios se forman durante “al menos un mes. Hay muchas enfermeras y profesores y no se acepta que haya menores ni que se utilice un lenguaje agresivo”. Para él, se trata de un “movimiento social y no tanto político”, y se separa del carácter católico: “respetamos la religiosidad pero no le damos importancia en nuestro argumentarlo principal, basado en las alternativas”. En otros casos, el tono sube al hablar de los rescates y el aborto: “ debería estar incluido dentro del código penal como el asesinato de un ser indefenso en el vientre materno, con el agravante del sicario que mata al niño por la única razón de que estorba”, relata Margarita Cabrer, vicepresidenta del Círculo AMAVI de Ayuda Integral a la Mujer Embarazada, quien se encarga de acudir al “centro de exterminio prenatal” de Badajoz.
 
 La esperanza para estas clínicas, que se sienten acosadas, recae en la entrada en vigor del nuevo código penal: “El 1 de julio se endurecerán las sanciones a los escraches y esto es mucho más intimidatorio. Además, las manifestaciones deberán ser notificadas y el ciberacoso tendrá mayor condena. Son vías que hasta ahora no teníamos”, recalca José Antonio Bosch, abogado de ACAI.

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