
Llevó a cabo uno de los crímenes más complejos de los últimos años. Con una peluca negra y un DNI, Mari Ángeles Molina, alias Angie, consiguió hacerse pasar por su amiga Ana Páez para firmar en su nombre préstamos y seguros de vida en Barcelona por casi un millón de euros. Luego, el 19 de febrero de 2008, la asfixió con una bolsa de plástico en un piso alquilado por horas y simuló un crimen sexual: Angie pagó a dos gigolós para que eyacularan en un recipiente y luego introdujo ese semen en el cuerpo desnudo y sin vida de su amiga (ver número 1.747 de interviú). Fue condenada a 18 años de cárcel, una pena cuya mitad casi ha cumplido ya. Un estudio criminológico sostiene que, 12 años antes de aquel crimen, Angie también pudo envenenar a su marido en Canarias, donde ambos vivían, para cobrar una herencia de dos millones de euros.
Juan Antonio Álvarez, un empresario argentino de 41 años, era dueño de varios restaurantes en Gran Canaria y murió en su casa de Maspalomas el 22 de noviembre de 1996, tras jugar al pádel. Un día después, su mujer, Angie, volvió de un viaje a Barcelona junto a la hija pequeña de ambos y encontró su cadáver en el dormitorio, tendido en el suelo, al lado de la cama. Estaba desnudo junto a una toalla húmeda y tenía espuma en la boca.
El empresario tenía un seguro de vida de ochenta millones de pesetas, que excluía el cobro en casos de suicidio. Según contó Angie a la policía, su perra Nena había desaparecido y en la caja fuerte faltaban dos relojes de su marido, de la marca Rolex. Pese a esos datos, los investigadores descartaron que el hombre hubiera sufrido un robo. Después, ante el juez que instruyó el caso, la mujer especuló con una muerte accidental: “Cuando mi marido se tomaba un medicamento, lo hacía de golpe y porrazo. En mi casa se utilizaba Calgon [un antical para lavadoras]. Aunque venía en una caja de cartón, si quedaba poco se traspasaba a un bote de cristal transparente. Él no lo sabía y puede ser que, al estar al lado de la tostadora, se confundiera [y lo tomara] pensando que era sal de frutas u otra cosa”.
La autopsia reveló que el hombre se había envenenado con ion fosfato, una sustancia tóxica presente en productos de limpieza y fertilizantes. La forense concluyó que la causa más probable de la muerte era el suicidio, un resultado que la familia y el entorno del empresario nunca han creído, sobre todo desde que se supo lo que Angie había hecho con su amiga en Barcelona.
Fantasías aristócratas
Tras el crimen de Páez, la policía volvió a tomar declaración a familiares y conocidos del empresario. Una de sus hermanas, Silvia Álvarez, apuntó a la viuda: “Mi hermano conoció a Angie en el año 90. Ella decía que era noble y tenía dinero, tierras con frutales… Se casaron; luego vimos que su padre era taxista; todo era mentira. Los amigos de mi hermano que tuvieron contacto con él antes de morir me dijeron que ella había sacado 10.000 dólares de la cuenta y se había ido a Madrid”.
La mujer añadió que, poco antes de que falleciera su hermano, este “tuvo que llevar a su perra ‘Nena’ al veterinario porque apareció envenenada”.
Descubre cómo llevó a cabo Angie su primer crimen aquí, en nuestra edición PDF.