
QUE SE dediquen los sabios a estudiar qué ha pasado en Estados Unidos mientras los torpes lo vemos meridianamente claro. Los demócratas basan su estrategia en intentar salvar al pueblo americano de sí mismo, mientras que el líder republicano interpreta su objetivo vital en términos más empresariales: démosle lo que pide, y si se muere, que se joda. Es como si el que puso en las cajetillas “el tabaco mata” hubiera preferido cantar las bondades, ficticias, del fumeteo. Pues los consumidores se lo agradecerían. Y si te compras armas a la sombra de la segunda enmienda, prefieres al que te regala una gorra para que no te deslumbre el sol a la hora de liarte a tiros en el instituto que a quien intenta coartar tu carrera de Rambo. El amigo Trump no ha hecho otra cosa que repartir cocaína en la fiesta. Y la gente se lo ha premiado. Ahora, a pasar el mono.