Maxwell Perkins trabaja en la prestigiosa editorial Scribner de Nueva York. Un día irrumpe en su despacho un impetuoso joven que, tras confesar haber sido rechazado por otras muchas firmas, le deja un voluminoso manuscrito encima de la mesa. Max, un hombre de exquisita profesionalidad, empieza a leerlo y queda deslumbrado. El joven escritor es Thomas Wolfe, el libro se tituló El ángel que nos mira y la película narra la amistad que se fraguó entre el autor y su editor. Amistad intensa pero problemática, quebrada y encontrada, reflejo de la apasionada, turbulenta y corta vida de Wolfe.
Lo mejor del filme es la recreación de la época, los caracteres y los escenarios de una sociedad que se encaminaba a la gran depresión, la elocuente aparición de importantes escritores como Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway, y, desde luego, las interpretaciones de sus protagonistas: magnífico y contenido Colin Firth como Max Perkins, entregado y exuberante Jude Law en su personaje de Thomas Wolfe, uno de los grandes fundadores de la narrativa.