
Aquel trotamundos que fue Arthur Koestler, nacido en Hungría en el seno de una familia burguesa y judía, escribió en sus Memorias, con la ironía propia de quien tiene un cierto conocimiento de causa: “El arte de hacer dinero a gran escala es un talento especial, sin relación con la inteligencia, como el arte de tocar el trombón o de patinar sobre ruedas. Y, ¡ay!, no es hereditario”.
Luis Bárcenas ha resumido ese arte en la posesión de tres atributos –“información, percepciones y sentido común”– para moverse acertadamente en los mercados de compraventa. Dicho así, parece algo al alcance de cualquier alfabetizado que disponga del tiempo suficiente.
Pero ocurre que para ganar dinero hace falta dinero. Cuanto más se tiene de partida, más fácil es multiplicarlo y mayor es el resultado. Puede que a esto Bárcenas le llame “sentido común”, aunque, si se da crédito a sus declaraciones ante la Audiencia Nacional, el dinero que le permitió multiplicar su hacienda fueron los beneficios obtenidos gracias a la información privilegiada de la que dispuso sobre la OPA a Endesa. Y el conocimiento anticipado de los hechos dista mucho de ser una “percepción”, de modo que los tres ingredientes sobre los que construyó su fortuna se verían reducidos a uno, “información”, una información que no se encuentra en la calle, sino en círculos privilegiados como los frecuentados por el extesorero del PP. | Sigue leyendo.