
El caso Villar es mucho más que un nuevo escándalo de corrupción, es la muestra palpable de que o no hemos querido o no hemos sabido luchar contra el mangoneo más palmario que se ha dado en esta nuestra querida patria, campeona del mangoneo. Si tenemos que resumir el mundo del fútbol en los últimos treinta años, se nos llenará la boca sin esfuerzo del oro olímpico, el Mundial y varias copas continentales. ¿Y? Y nada más, porque en la cúspide de todo el tinglado ha estado un tal Villar contra el que se han levantado, sucesivamente, instancias que rodeaban el mundillo, desde clubes hasta periodistas renombrados, pasando por organizaciones profesionales e instituticiones. Pues bien, nadie ha conseguido hacerle ni cosquillas, y eso que le hemos visto meterse en estructuras internacionales, tanto o más corruptas que las hispanas.
Así que vuelvo al principio: ¿no hemos sabido o no hemos querido? Un poco de todo, pero en cualquier caso, bochornoso. Estamos asistiendo a un repaso amplio de todo el catálogo que tienen algunos políticos para meter la mano en la caja, pero al menos somos capaces de ponerles la vida difícil y hasta llevarlos a la cárcel. Pero en el caso del fútbol patinamos como unos campeones: ni tenemos legislación buena, ni tenemos ganas. Tenemos unos futbolistas insultántemente multimillonarios que, para serlo más, nos engañan con sus impuestos, y cuando se les pilla, a pagar una multa que no les hace ni cosquillas. Y un presidente de todos que, según las acusaciones que soporta ahora, podría acceder al título de maestro trilero. Está detenido, pero nos queda a todos la idea de que se llega tarde, que de esto ya habíamos oído hace años. Entonces es cuando hay que convencer a los ciudadanos indignados de que somos capaces de obligar a ser honrados incluso a los que no quieren. Pero a ver quién es el guapo que explica por qué Villar fue capaz de torear la legislación vigente, cómo se le dejó usar el botín de la malversación para comprar voluntades y poder seguir a lo suyo y, sobre todo, por qué hemos tenido que esperar hasta el verano de 2017.En estos casos, la indignación se entiende. | Sigue leyendo.