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Hacinados en la casa de Robert Capa

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Estefanía Rico, Sonia Suárez o David Sánchez han vivido los últimos años en el número 10 de la calle Peironcely, en el barrio madrileño de Entrevías. Como ellos, catorce familias habitan este edificio de una sola planta entre humedades, grietas y hasta ratas: “No puedo dejar las ventanas abiertas porque se cuelan”, se queja María Rosa Báez, otra inquilina que vive con su hija de 13 años. Ningún vecino sabía hasta hace dos meses que la fachada que les cobija protagonizó hace 81 años varias portadas en medios internacionales. El fotógrafo Robert Capa retrató el edificio entre noviembre y diciembre de 1936, después de que un bombardeo de la aviación alemana e italiana dejara la casa acribillada de metralla y con los cimientos destruidos. 

Desde que un constructor segoviano la levantara en 1927, “en el edificio ha vivido gente obrera, muy humilde”, explica el coordinador documental de la fundación Anastasio de Gracia, José María Uría. Junto a 66 instituciones y personalidades, esta organización ha impulsado dos campañas. La primera con el objetivo de declarar la casa Bien de Interés Patrimonial. La segunda la protagonizan los vecinos: hoy en el edificio que reatrató Capa sigue viviendo gente pobre.

Un pasillo estrecho con paredes blancas lleva hasta el patio alargado que acoge las viviendas. Ninguna alcanza los 30 metros cuadrados y no tienen ventanas. El precio: 350 euros.

Okupas forzosos

En el interior Estefanía Rico cuenta que vivió en Peironcely 10 hasta hace pocos meses. “Ahora soy okupa –explica–.Trabajaba limpiando portales de los propietarios de la finca a cambio del alquiler”. La empresa contrató un servicio de limpieza y Estefanía se quedó sin trabajo y sin casa. “Tengo una niña de 19 meses y lo único que ingreso es la ayuda del padre de mi hija”. Sus padres viven allí. Sonia Suárez y Jesús Rico se mudaron a Entrevías desde el barrio de Aluche en 2013 porque el alquiler era más barato. Jesús, que ahora está parado, trabajaba en la seguridad de El Corte Inglés y cuenta las condiciones en las que vive ahora: “Las paredes están negras por la humedad pero las hemos pintado nosotros; el pozo del patio estuvo abierto hasta hace dos meses y era un peligro”.

David Sánchez y Ljubica Merzan viven con sus tres hijas y están al borde del desahucio. Los juguetes se amontonan en la entrada de la vivienda porque dentro no hay espacio. Antes David trabajaba en la construcción y su mujer como cajera. “No teníamos una vida acomodada pero salíamos adelante”, recuerda. Al quedarse parados se mudaron al edificio vallecano porque allí pagarían menos: 350 euros por veinte metros cuadrados donde viven hacinados. Ahora están a punto de quedarse sin casa porque no tienen ingresos. “Nos iremos de okupas. Yo vivo donde sea pero miro a mis hijas y se me cae el alma”, lamenta. Al igual que en casa de David y Ljubica, en la foto de Capa también aparecen tres niños. José Latova, el fotógrafo que descubrió que el retrato correspondía con el edificio de Entrevías, dice que “probablemente los llevó allí para la foto porque estaba todo arrasado y no había civiles. Es una forma de propaganda, así lo hicieron muchos fotógrafos en la Guerra Civil ”. | Sigue leyendo.


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