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Ponferrada: paisaje después de la batalla

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Para resumir lo que ha visto estos días de crisis interna socialista por la moción de censura en Ponferrada, un testigo muy directo sentencia: “Antes había en este partido una cultura política según la cual en un congreso se compite sin cuartel; pero después del congreso, todos a una: se acata y se apoya a la ejecutiva. Eso parece que se ha acabado”. Ciertamente, la confrontación entre las huestes de Alfredo Pérez Rubalcaba y las de Carme Chacón y aliados resurge de forma impúdica cada vez que el PSOE pisa un bache, pero el de Ponferrada no ha sido uno más. El incidente que casi le cuesta la cabeza al secretario de Organización, Óscar López, ha puesto en evidencia, por un lado, la debilidad en que se encuentra la cúpula de la formación que fundó Pablo Iglesias; por otro, que José Luis Rodríguez Zapatero no vive ajeno al mundanal ruido; y por otro, que Ferraz tiene razones para sospechar que el presidente andaluz, José Antonio Griñán, intenta tomar por su mano más protagonismo orgánico.

“Ni en los tiempos del tándem Joaquín Almunia-Ciprià Císcar estaba Ferraz tan débil”, lamenta un barón socialista no castellano para quien las cuitas catalana, gallega y ponferradina distraen a la ejecutiva “de lo importante: trabajar para recobrar credibilidad en la calle y músculo perdido en el partido, gente que quiera comprometerse. Te das una vuelta por las agrupaciones y es desolador: te das cuenta de cuánta gente nuestra ha dejado de ir”. Contra la desmoralización general pelea Ferraz enviando estrellas a levantar ánimos en charlas y cenas locales. Uno de los más requeridos por toda la geografía –excepto en Cataluña, claro– es Patxi López.

A escenificar la debilidad contribuye la más que evidente tensión en el PSOE de Castilla y León, la tierra de Óscar López, entre este y el secretario general regional, Julio Villarrubia. El primero es persona non grata en la agrupación de León capital, cuyo líder, el concejal leonés José Antonio Díez, ha pedido la cabeza de López y ha calificado al principal valedor de este en la provincia, Tino Rodríguez, de “becario” ante la prensa local. En el mismo foro le contestó el aludido la pasada semana: “Tenemos gente que trabaja mucho y otros que no dan un palo al agua y hacen mucho ruido. Deberían trabajar más y no abrir batallas internas”. Villarrubia, por su parte, es non grato en la provincia, especialmente en la ejecutiva comarcal de El Bierzo, que ha hecho expreso su “apoyo claro” a López.

Una vez que ha sido confirmado en su cargo, Óscar López no parece aprestarse a purgar por ahora a sus compañeros de Léon capital, pues imparte por doquier Rubalcaba una orden de paciencia y barajar. No comparten esa disposición pacificadora, sin embargo, los seguidores de Villarrubia.


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