
Se abre el telón y la música comienza a sonar en El Bar de las Voces, lugar que da nombre a la obra. El suave punteo de guitarra clásica se oye rápidamente acompañado por un dulce ritmo de flauta travesera. A la fiesta se une el siempre elegante corno francés, o trompa, junto a una calmada percusión que marca al milímetro el compás de la melodía. La función de sus vidas acaba de empezar. Nadie diría que tras este talentoso grupo de actores y músicos se esconden historias marcadas por la soledad, el sufrimiento y el estigma social. La esquizofrenia llamó un día a sus puertas, pero gracias a la integración que les ha ofrecido la compañía teatral Geometrance la enfermedad mental se ha ido olvidando algo de ellos.