Cada Época tiene sus tópicos, tristes lugares comunes y latiguillos. Esta, la de hace seis años, se nutre de una serie de expresiones ridículas repetidas en los medios de comunicación y de la omnipresencia en ellos de los profesionales de la predicción a posteriori de catástrofes, es decir, los economistas. “Esta noche los chicos de Simeone pueden acostarse líderes”; y levantarse con resaca, escribo yo. Ahora resulta que los equipos de fútbol, después de jugar un partido, se van a la cama, que hay que descansar, para acostarse o dormirse, según sea Escario, Lama o Maldini quien lo diga, líderes, en zona de Champions o en puestos de promoción. Después están los que “como no podía ser de otra manera” ven “la luz al final del túnel” no sabiendo muy bien si es la luz del día o el foco del tren que les va a arrollar. Porque “los brotes verdes” han pasado de moda. Y como epítome de desafueros, tenemos a los economistas espectáculo: me quedo con Gay de Liébana, cuyas apariciones en La Sexta merecen un tratado, no sé muy bien si de esoterismo o exoterismo; en cualquier caso, el hombre se esfuerza, gesticula y articula palabros con ese acento barcelonés de “Diagonal para arriba” pasado por un buen almuerzo en el Via Veneto antes de transmutarse en icono económico y economicista de las cultas progresías, delante de un respetuoso Marhuenda, director del periódico La Razón. Supongo que no pasa nada porque las rondas las paga el mismo, José Manuel Lara, “como no podía ser de otra manera”.
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