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Viva la viuda

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Está siempre ahí el triunfo en cuesta de la viuda, que es condición civil de mucho género literario o sociológico y hasta de ciertos prestigios eróticos. La viuda, en general, parece estar triste y sola en el mundo, pero lo que pasa con las viudas es que a veces salen mucha viuda. Digo esto porque ya se ha estrenado Isabel Preysler de viuda en lo social, acudiendo en Madrid a un concierto de Enrique Iglesias. Aquí hemos tenido mucho tiempo a Isabel Pantoja titulada viuda de España, y más o menos en eso sigue, porque el pasado tiene mucho futuro, y hasta amenidades carcelarias. Pero para viuda, la Preysler. Tita Thyssen ha hecho de la viudedad una aristocracia, y tiene hasta museos, con lo que ha pasado de miss a más, que es lo que logran algunas viudas bravas y no necesariamente alegres. Puestos a fijarnos, nos han salido siempre en España muy aupadas viudas, desde Concha Velasco a Sara Montiel, que fue una viuda de Gary Cooper, si me apuran, aunque casara de desliz de penúltima hora con un tal Tony Hernández, aquel zagalón cubano que pilló negocio.
Las viudas, en el extranjero, salen a veces melómanas de la contabilidad millonaria del marido extinto, y se llaman Yoko Ono o bien Courtney Love. Quiero decir que a veces la viuda encuentra en el empleo de viuda el oficio que no tenía, empezando o acabando en Marina Castaño, a la que ahora le miran las contabilidades de Cela.
A Concha Velasco la dejó Paco Marsó no por otra, sino por todas, porque Marsó tenía “de sacerdocio las mujeres”, como Quevedo. La duquesa de Alba fue una viuda de bikini, que es un modo de no ser viuda; comprendió que con la viudedad hay que hacer algo, o sea, que se casó por bulerías. Entre todas las gloriosas viudas nacionales también puede asomar de pronto Ortega Cano, que es viudo de Rocío Jurado, naturalmente, pero al que en rigor uno ve como un viudo de sí mismo, entre citas de hospital, disciplina de trena y demás guateques de no estar nunca a gustito. Apuntaba Neruda que “la mujer tiene noches de capitán”. Yo sostendría que la viuda también tiene días de capitán, y hasta el almanaque entero, porque de pronto se ve más sola que la luna, que es como estamos todos, solo que no lo vemos. De modo que un respeto.


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