Siete días mal contados llevamos, siete, desde que cundió que Cristiano Ronaldo e Irina Shayk dejaban de compartir gala populosa y todo lo demás. Eso de la ruptura prosperó, en principio, bajo ala de rumor, y luego Cristiano aupó el asunto como noticia, vía comunicado: “Era lo mejor para ambos”. Pues ya está. Resulta más entretenido entrar a los temas por un perfil, y lo que aquí se aprecia es que en un ramo de días se ha hablado más de esta pareja que en los casi cinco años que han sostenido la relación. Desde hace una semana, sabemos que Irina, esa criatura de apabullante belleza, cumple titulación de ex, pero más bien es la novia que no cesa, porque en cuatro tardes se viene hablando de ella, y de Cristiano, mucho más que cuando eran un matrimonio sin matrimonio. Y lo que queda. La impaciencia de alguna prensa le adjudicaba a Cristiano otra novia, o similar, Lucía Villalón, monada de la tele del Madrid, pero a mí me insisten en que rien de rien. Irina es la novia que no cesa, y lo será todavía un tiempo, pero un tiempo largo, porque estamos hablando de la consorte de anteayer del primer futbolista de spot del mundo. Mientras escribo, recuerdo cuando supimos de Irina, en los fogonazos primeros de este noviazgo extinto, y nos hechizó, pero no por modelo famosa sino por exótica muchacha incandescente. Era el bellezón del catálogo. De cualquier catálogo. Hoy, también, quizá, pero sobre todo hoy repercute como la más archipopular de todo catálogo. Es como si posara Cristiano, pero de otra manera, claro.
Yo a Cristiano ya lo veo muy nuestro, y a ella la he visto siempre muy extranjera, pero extranjera de hacer una noche aquí, o dos, más bien deprisa, y de pocas ganas. Hablo de una chica distante, y no solo porque se desempeñe en inglés de poner mucho mohín de desconfianza o desconcierto. Parece que viviera en la red, que un poco o un mucho sí vive, a todo póster. Si nos fijamos, se han cumplido cuatro años largos de noviazgo con mucha intimidad de selfie. Pero los cuatro años parecen solo un rato, muy nutrido, además, de galas varias, eso sí, que siempre parecen la misma gala. En esta semana se ha cubierto mucha información de este noviazgo cuando ya no lo era. Y si digo mucha información quiero decir muchas fotos, porque han sido gentes de retratarse mucho en todas las posturas. La información, a menudo, es el cambio de pose. Irina, la ex, resulta hoy la novia que no cesa. Nunca ha sido más novia de Ronaldo que ahora. Y Cristiano, entretanto, a lo suyo: pillar otro Balón de Oro, y anunciar los mismos calzoncillos de apolo con gomina.