ETA era, además de una panda de asesinos, la reina del cinismo. Para justificar la muerte de varios niños en el atentado a la casa cuartel de Zaragoza, dijo que la culpa era de los guardias civiles, que se escondían detrás de sus familias. Ahora nos han matado a un soldado en Líbano, pero no los de la yihad, sino el Estado de Israel. Tel Aviv se ha apresurado a decir que la culpa es de Hezbolá, que empezaron primero, pero lo cierto es que las tropas israelíes tenían las coordenadas del asentamiento fijo donde estaba nuestro cabo, y era un puesto de Naciones Unidas, esas que últimamente no hacen lo que quiere Israel. España ha pedido una investigación inmediata, pero me gustaría saber qué hará el Gobierno si un juez piensa que puede tratarse de un asesinato. La memoria de Couso exige más contundencia que entonces.
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