Si España fuera un texto, estaría lleno de erratas. Una de las más evidentes: casi la mitad de los desempleados de larga duración de nuestro país supera los 50 años. 2015 ha sido el año más negro. El paro entre este colectivo aumentó hasta alcanzar su pico más alto. De hecho, desde el comienzo de la crisis, el número de parados mayores de 50 años se ha sextuplicado. Según el Servicio Público de Empleo Estatal (Sepe), hoy ya son más de 650.000 las personas de esta edad que se levantan cada mañana para comprobar que el nuevo día será una repetición del vacío laboral del anterior. Algunos señalan que hay que sumar medio millón más. ¿Por qué? Porque el Sepe solo cuenta a los inscritos en sus oficinas del paro. Pero hay muchos más.
Fracaso, congoja e impotencia. En esta sensación es en la que coinciden todos los entrevistados de este reportaje. Algunos confiesan padecer trastornos de ansiedad. Y podría ser peor. “La relación entre el incremento de los suicidios y la crisis económica es clarísima”, dice Antoni Talarn, psicólogo clínico y profesor de Psicopatología en la Universidad de Barcelona.
Los expertos hablan ya de irrecuperables para referirse a los desempleados de más de 50 años. Y el pronóstico no es halagüeño. Su contratación, dicen, no es fácil. Cierto que atesoran una gran sabiduría de su oficio y son altamente responsables, pero los empresarios temen su edad y los posibles problemas de salud que padezcan o que puedan desarrollar. También les asusta la posibilidad de malos hábitos laborales contraídos en sus antiguos trabajos. Sopesando pros y contras, al final la balanza se inclina hacia los segundos. Victoria, uno de ellos, lo tiene claro: “Los políticos lloran lágrimas de cocodrilo por nosotros, pero en el fondo les importamos una mierda”.
(Descubre en nuestra edición PDF los relatos de algunos de estos afectados)