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Sobrevivir a Boko Haram

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Racheal Bitrus, tres días. Mary John, dos semanas. Elizabeth Markus, dos meses. Faith Joseph, dos meses. En la iglesia católica de Santa Teresa, en Yola (capital del estado de Adamawa, al noreste de Nigeria), puede verse un cuaderno manuscrito con los nombres de cientos de refugiadas en su campamento, un lugar donde ahuyentar el miedo a volver a sus hogares, si es que queda algún rastro de ellos. Tras cada renglón de esa precaria libreta hay una vida humana marcada por el sufrimiento, como el que asoma en los rostros de las mujeres y niñas que han conseguido escapar del grupo yihadista conocido como Boko Haram y que desde 2009 castiga con el terror al país más poblado de África, con 170 millones de habitantes.

Las secuestradas por Boko Haram son vendidas u obligadas a casarse con sus propios raptores, a convertirse al islam si son cristianas (un 40 por ciento de las nigerianas los son), bajo amenaza de muerte si no lo hacen. Deben soportar junto a su cautiverio el maltrato físico, los trabajos forzados, la violación. Muchas quedan embarazadas de sus torturadores. Además de esta yihad sexual, llegado el caso, se fuerza a algunas de las más pequeñas, entre la captación y la amenaza, a inmolarse como niñas-bomba a las que envían cargadas de explosivos para estallar en un mercado, una mezquita o un centro de desplazados. 

Para unos terroristas en retroceso –actualmente, el grupo yihadista está, según el presidente Muhammadu Buhari, casi derrotado y se ha liberado a centenares de personas–  la extrema violencia contra las mujeres responde a una “estrategia de guerra”, como explica a interviú desde Nigeria el sacerdote Blaise Agwom, socio local de Manos Unidas. Con el secuestro de mujeres en masa, Boko Haram cumple un triple objetivo: emula al Estado Islámico en Irak y Siria –con el que han declarado su afiliación– al enviar a algunas de ellas en misión suicida, mientras obtiene un medio de engrosar sus filas y atemorizar y humillar a la población, con lo que espera lograr su sumisión. Hay, además, una venganza en estas acciones, desde la captura en 2012 por parte de las fuerzas gubernamentales de las propias esposas e hijos de varios terroristas (incluida la esposa del líder, Abubakar Shekau), sin que, según el padre Agwom, hubiera evidencia de la participación de aquellas mujeres en el conflicto

Cónoce cómo viven las mujeres captadas por Boko Haram aquí, en nuestra edición PDF.


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