
La nieve, tan helada estos días, pierde su apariencia algodonosa y petrifica el suelo y los pinos en el camino de acceso. No queda tan lejos la autopista como para ser éste un paraje aislado de montaña. Pero el silencio es total. No llega el eco de los camiones que suben y bajan del Alto del León, en la raya de Madrid con Castilla. A 300 metros montaña abajo queda Guadarrama. En este lugar de la sierra de Madrid, a 1.200 metros de altitud, donde el aire es finísimo, total la calma y apabullante el paisaje, se levanta el viejo Sanatorio de La Tablada.
El edificio es imponente, sólido, pese a que sus vanos vacíos y con los cristales rotos le dan un aspecto esquelético. Planeado en 1944 como sanatorio para mil tuberculosos, la edificación no se llegó a terminar porque los nuevos fármacos dejaron en desuso a los hospitales de montaña. Su último servicio ha sido el de servir de escenario, hace 20 años, a la película de terror School Killer, con Paul Naschy de protagonista. De hecho, el espectral La Tablada lleva años convertido en un punto de la ruta que parapsicólogos y adolescentes en busca de emociones fuertes hacen por palacios y sanatorios abandonados de la Sierra de Madrid. Y allí han ido a grabar psicofonías de niños muertos y lamentos de fantasmas.
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